Donald Trump lo ha vuelto a hacer. Con show de por medio, como no podía ser de otra forma, ha anunciado las medidas arancelarias que, según él, buscan igualar los aranceles que del resto del mundo le son impuestos. Así, el presidente estadounidense ha anunciado subidas a todas las importaciones del 10% pudiendo ser superiores en el caso de aquellos países que, supuestamente, apliquen mayores aranceles a las importaciones estadounidenses. Así, países como Brasil o Reino Unido, que aplican un 10% a las importaciones estadounidenses, sufrirán un arancel del 10% a los productos importados de estos países. Sin embargo, aquí en la Unión Europea, donde supuestamente cobramos un 39% a las importaciones de Estados Unidos, se nos aplicará un 20% a las exportaciones que hagamos.
Estos aranceles tienen la intención de ser recíprocos, por lo que él ha avisado que, si quiere que se le bajen, tendrán que bajarlos ellos primero. El problema es que la reacción no ha tardado en llegar y los líderes políticos, como cabía esperar, no se lo han tomado nada bien y ya han anunciado que se reunirán para preparar planes de contingencia. Por tanto, pueden pasar dos cosas, o que estos países respondan con mayores aranceles o que los bajen. Pensar que las cosas se van a quedar como están es difícil. Si los países responden con mayores aranceles tendremos mayores problemas ya que, muy probablemente, Estados Unidos responda también. Si los países deciden bajarlos y Estados Unidos responde bajándolos de nuevo, puede que incluso esto sea bueno para el crecimiento económico. Lamentablemente, este escenario no creo que sea el más probable en la mayoría de países.
Las consecuencias de esta decisión de Trump son completamente impredecibles, ya que son muchas las variables que pueden influir. Por ejemplo, aunque los aranceles son perjudiciales directamente para el consumo, puede que se compensen internamente con políticas fiscales expansivas y que, además, los tipos caigan (tal y como lo están haciendo). Una combinación así podría incluso neutralizar el efecto negativo de los aranceles en Estados Unidos. El impacto sobre los países afectados también es impredecible. A corto plazo claramente veremos problemas, pero ahora que Estados Unidos está imponiendo aranceles a todo el mundo, todo el mundo tiene mayores incentivos para colaborar y llegar a acuerdos más favorables entre ellos para compensar.
Sea como sea, todo esto es muy perjudicial para el crecimiento mundial. No solo afecta al consumo, si no a la propia eficiencia de la producción y, aunque no me gusta emplear el término de estanflación en estos casos, lo cierto es que, a corto plazo sube los precios a la vez que reduce el crecimiento. No hay nadie que salga ganando de esto, ni siquiera el gobierno de Trump. Esto afectará directamente a las importaciones de Estados Unidos, por lo que la base imponible sobre la que se aplican estos aranceles será menor que la actual. Además, si partimos de un escenario de recesión, Estados Unidos no solo vería una caída en sus ingresos fiscales, si no un aumento en sus gastos fiscales.
¿Por qué ha hecho esto entonces? Aparentemente, devolver a Estados Unidos al lugar que merece y compensar ese saqueo que, supuestamente, hemos realizado desde el resto del mundo a Estados Unidos. El delirio de este hombre empieza a convertirse en verdaderos problemas que, como hemos dicho, afectan al crecimiento mundial. Por ello, lamentablemente, cabe esperar volatilidad en el corto plazo y las probabilidades de una recesión en Estados Unidos continúan aumentando.
Sea como sea, este es el entorno al que tenemos que adaptarnos ahora, por lo que entendamos o no por qué está haciendo lo que está haciendo tendremos que hacer los cambios pertinentes.
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